El próximo 2 de junio se inaugura en el The Hermitage-Kazan Exhibition Center de la localidad rusa de Kazán una gran retrospectiva del fotógrafo madrileño Chema Madoz. La exposición, comisariada por Borja Casani y organizada por Acción Cultural Española, se presentó por primera vez con motivo de la concesión a Chema Madoz (Madrid, 1958) del Premio Nacional de Fotografía en el 2000. Recoge una amplia selección de obras realizadas en el periodo comprendido entre dicha fecha y el año 2005, y anteriormente había sido mostrada por la antigua SEACEX en Alejandría y El Cairo (Egipto). Posteriormente, la muestra viajará a Moscú, donde será mostrada en agosto en la Moscow House of Photography.
Chema Madoz, 2003, papel, 50 x 50 cm. Cortesía de Acción Cultural Española.
Son las obras de Chema Madoz precisas, de una impresionante resolución fotográfica y gran sutileza poética. El blanco y negro, un rasgo a menudo melancólico, en el caso de Madoz, resalta la dimensión cognitiva de las mismas. Fotografías exactas, de simétricos encuadres, nos presentan un mundo casi irreal y sin embargo cercano: las piedras, los tableros y las piezas de ajedrez, el agua, las cerillas, los relojes, las cucharas o las notas musicales que solían formar parte de nuestro día a día.
En las obras de Madoz, los objetos parecen entablar una conversación con el espectador llevándole a mundos que creía imposibles. Los objetos han dejado de ser cotidianos; tras su manipulación, se han convertido en extraños, lejanos, desconocidos.
Son los objetos de Madoz manipulados, ordenados, construidos, retocados, todo para capturar ese instante que luego desaparecerá para siempre. Sólo la imagen permanece. Al fin y al cabo el resto no son sino elementos subsidiarios: esculturas, instalaciones o escenografías construidas y preparadas para ser fotografiadas. Con una sola excepción, la que tuvo lugar la primera vez que se celebró esta muestra cuando, para ilustrar su proceso de trabajo, Madoz instaló una pieza en el espacio expositivo antes de fotografiarla. Una obra compuesta por 24 escaleras de madera unidas en un ángulo de 15º que formaban un círculo de grandes proporciones. La pieza sería fotografiada in situ. Por primera vez, la fotografía salía del estudio, y la pieza física acompañaría al resto de las obras durante la muestra. Luego tan sólo quedaría su imagen.
Fuente: Acción Cultural Española, AC/E
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