En esta época de crisis generalizada es cada vez más frecuente el argumento de que los recortes presupuestarios en cultura son medidas necesarias, acordes con la crítica situación económica que está afrontando España. De este modo, en los últimos años, y especialmente en estos últimos meses, se ha sucedido en todas las regiones de nuestro país una serie de decisiones y acontecimientos que están impactando de una manera sobrecogedora en todas las áreas que tienen que ver con la cultura.
Y aunque no hay que olvidar que la crisis y los recortes también afectan a otras áreas básicas de nuestra sociedad como la sanidad, la educación y otros servicios públicos, en este medio queremos hablar del área que nos afecta particularmente, la cultura, en todas sus vertientes y manifestaciones: literatura, artes plásticas, artes escénicas, cine, arquitectura, enseñanza de las artes, música, televisión, ferias, subvenciones, patrimonio, etc.
Fieles a nuestro espíritu, consideramos que no todo está perdido, a pesar de los enormes recortes de tipo presupuestario que estamos sufriendo. Pensamos que la mejora de nuestras políticas culturales no sólo depende de una mayor o menor asignación de recursos, sino también de la mejor utilización de los mismos, y quizás de la adopción de nuevos tipos de gestión cultural más modernos, más imaginativos y abiertos a las cada vez más distintas sensibilidades sociales y culturales. Como decía Sigmund Freud, «la función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe”.
Por esta razón, nos gustaría abrir nuestro nuevo debate con la siguiente cuestión:
¿Qué medidas tomarías para mejorar las políticas culturales en España?
Distintos agentes culturales -creadores, comisarios y críticos, gestores culturales, etc.- ya se han sumado al debate, y algunos más lo irán haciendo en los próximos días.
No olvides dejarnos en comentarios tu opinión.
Imagen cortesía de 10primatoides.com
David G. Torres. Crítico de arte y comisario de exposiciones (http://www.davidgtorres.net)
Yo ya las tomo: intento hacer proyectos, pensar, escribir, discutir y generar lugares de discusión y creación. Son otros, esos otros, los que tienen que estar atentos a lo que se hace en cultura. Es decir, tener menos ideas luminosas y observar lo que existe para apoyarlo y potenciarlo.
Recaredo Veredas. Escritor y crítico literario (http://lalinearecta.blogspot.com)
Creo que lo fundamental es clarificar la ayuda pública y fomentar la privada. Sobre todo esto último. Facilitar, mediante desgravación, que la empresa intervenga en la cultura. Cierto, eso provocaría clientelismo y complacencia pero podría compensarse con la intervención pública -que no es mejor en clientelismo y complacencia- y, por ejemplo, con subvenciones al alquiler de espacios dedicados a la cultura. Madrid y Barcelona son demasiado caras y, al mismo tiempo, tienen muchos barrios decrépitos. El ejemplo sería Berlín. La cultura debe ser un fin en sí mismo y deben utilizarse criterios de calidad, actualidad, relevancia social o el que sea, pero nunca de utilidad política. No al faraonismo de Noches Blancas y demás. Fomentar la cultura más alternativa y, a la vez, más accesible. Está vinculado con lo anterior, con no utilizar la cultura como herramienta política sino, valga la redundancia, como herramienta cultural.
Alicia V Díaz. Artista visual e investigadora.
Creo que es muy necesario continuar con medidas de sensibilización para construir Igualdad y considerar a la mujer como agente creador. Trabajar en políticas para la construcción de género e identidad en el arte contemporáneo, tenemos que crecer en el pensamiento de la Igualdad. Sólo desde la defensa de la Igualdad podemos conseguir una sociedad más justa, ya que la desigualdad es una forma de violencia, así debemos abatir uno por uno los tópicos asociados a la mujer. También políticas para fomentar el diálogo entre la Investigación y las prácticas artísticas.
Martín Sampedro. Fotógrafo y artista visual (www.martinsampedro.com)
0,7%, YA!!! Destinaría el cero coma siete por ciento del producto interior bruto para ayudas directas a artistas, con el fin de mejorar sus condiciones de vida.
Jordi Corominas Julian. Poeta y activista cultural (http://corominasijulian.blogspot.com/ http://loopoesia.blogspot.com)
La pregunta contiene muchas preguntas y varias respuestas por lo que intentaré formular mi pensamiento sobre el tema mediante puntos para que el todo sea más comprensible.
1.- Al leer la pregunta he pensado en Barcelona, donde se concentran muchos de los actuales problemas por una cuestión de imagen y pésima planificación. Los centros expositivos públicos ofrecen muestras más que dignas que aspiran a un nivel europeo. Una cosa son los museos y otra el arte vivo. La gerontocracia cultural, la persistencia en los mandos de nombres que suenan desde la transición, hace que la oferta esté desfasada en relación con el aire que recorre locales pequeños e impulsa, porque estamos en la agonía de una modernidad y el nacimiento de otra, la nueva cultura, ignorada por las instituciones. Obviamente ello implica un borrón y cuenta nueva consistente en actualizar el elenco de quienes dirigen lo cultural para ofrecer productos de presente, no simple nostalgia y repetición. Lo dicho es una verdad como un templo difícil de subsanar porque la misma sociedad camina hacia un fortalecimiento de lo viejo, produciéndose un hueco que de seguir así las cosas quizá sólo mencionen los libros de Historia.
2.- Asimismo Barcelona es el símbolo de una prostitución cultural que crispa los nervios de la decencia. Ser BCN, una marca registrada, significa desplazar lo auténtico y quedarse con la fachada. Prima el efecto más que la calidad, el fast food engulle lo perdurable, sepultándolo en una caja hermética minoritaria, como si hacer ruido fuera más importante que trabajar con seriedad y voluntad innovadora. El riesgo se penaliza. No es bueno, o quizá sí, hablar de experiencias personales en una reflexión que es colectiva, pero en 2011 pude presentar un show multidisciplinar sobre el Negro de Banyoles en múltiples locales, no así en teatros catalanes con nombre. ¿Los motivos? El show contenía elementos que no asimilan los que se anclan en lo manido y además trataba de un tema espinoso. Lo políticamente correcto privilegia una cultura juvenil vacua que si triunfa es entre otras cosas por el perezoso interés de los que manejan el cotarro, bien instalados en su despacho y sin ganas de descubrir lo que se cuece fuera de ellos.
3.- Otra consecuencia de las políticas culturales barcelonesas, nada que no haya sucedido siempre, es la instauración de mafias que dominan sus ámbitos de acción. Es una utopía, pero las pirámides que se generan deberían conectar sus varios pisos para así ofrecer heterogeneidad.
4.- Entre los puntos negros del panorama me sorprende la ceguera oficial, y hasta alternativa, en relación al modo en que se presentan los programas al público. No hay nada que sugiera un momento atractivo y fresco, todo parece haberse anquilosado en una solemnidad que no es precisamente sinónimo de Europeo, sino de cateto acomplejado, de hermano pobre incapaz de hilvanar un discurso propio.
5.- Creo que con lo dicho en los anteriores párrafos se puede deducir que el modelo actual es un yogur caducado que convendría regenerar para así mezclar de forma correcta lo nuevo y lo viejo desde una perspectiva que muestre lo cultural como un ente vivo más allá de polémicas, superficialidad y necesidades de llenar el cartel.
6.- ¿Cómo hacerlo? No sé mucho de dinero. Por suerte España es un país que por tradición genera talentos culturales que los nuevos tiempos han expandido también hacia nuevas direcciones. Un primer respiro de liberación sería comprender que los artes antiguos también se transforman a una velocidad que pocos sospechan. Un cambio así contiene otra esencia independiente. Salvo escasos ejemplos, no se me ocurre ninguno ahora mismo, no hay en el Estado, por iniciativa pública o privada, verdaderas escuelas artísticas al estilo de la Fabbrica para alentar el crecimiento de la cultura en la dirección que le pertoca: ser creativa, detectar el brillo y promocionarlo como es debido.
7.- Cerraré el elenco, que podría ser más largo y aportar bastante más que estas divagaciones, con el obvio cumplimiento de lo esgrimido en la promoción de la cultura española, emergente y consolidada, en el extranjero. Bien por los Cervantes, pero bien también por exportar lo nuevo para airear la realidad.
8.- De todos modos dirán que no hay un duro.
María Zaragoza. Escritora. Premio Ateneo Joven de Sevilla 2010.
Creo que habría que fomentar que las empresas privadas se interesasen por la cultura, en cualquiera de sus formas, quizá desgravando por ayudas al fomento cultural. Eso, claro está, bien asesorado. Las empresas deberían ver que apoyar la cultura también les da prestigio. Por otro lado creo que podrían rehabilitarse muchos edificios vacíos o ruinosos para hacer estudios con un alquiler barato para que los artistas puedan desarrollar su obra e incluso exponerla. Por otro lado también se me ocurre que esos mismos espacios podrían salir gratis a los artistas si los rehabilitasen ellos mismos. Recuerdo unos amigos que tenía que alquilaron un piso en Madrid que estaba medio en ruinas y llegaron al acuerdo con la casera de que si lo arreglaban les cobraría la mitad del alquiler, y lo hicieron ellos por su cuenta. Potenciar a la gente emergente y no a los que ya están establecidos y no necesitan a nadie (o potenciarlos también, pero hacer una democratización del apoyo que ahora no existe) y que esto sea real. Se gasta mucho dinero en apoyar cosas que dan mucho brillo de cara a cámara y apretón de manos, mucho dinero que mejor repartido podría ayudar a muchos valores emergentes.
Mayu Macías. Artista visual (www.mayumacias.com)
Las medidas que tomaría en un sentido práctico y de acción para cambiar la politica cultural en España: sustituir el ladrillo por cultura. Cambiaría la palabra política por la palabra gestión, quedaría así «la gestión cultural de España». «Gestionar: Hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera» (RAE).
¿Cuál sería el negocio y cuál sería el deseo? El negocio sería que la cultura llegara a todos, de modo fácil y equitativo, parece más un deseo, pero curiosamente si llega a más gente, si se distribuye bien a todos nos beneficia en múltiples aspectos, cultura es riqueza…. el deseo, cultivar la cultura en todos los aspectos de la vida cotidiana para todos.
«La cultura:1. f. Cultivo2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. 3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. Cultura: elementos compos. cultivo, crianza» (RAE).
Y como la cultura es a la educación como el el aire al ser humano, empezaría por cambiar el enfoque en la educación pública. La idea principal sería introducir el desarrollo del juicio crítico en todas las materias en la educación, claves para discernir y elegir. Respetando y conociendo las costumbres, siempre y cuando no contradigan, el sentido propio de la cultura. Este mismo concepto lo extendería a los medios de comunicación públicos, TVs y prensa. Estos no pueden ser partidistas políticos nacionales o internacionales, ya que esta no es su función.
Respetar el desarrollo cultural de las diferentes comunidades de España. Cultivando el diálogo, y compartiendo cultura. Equilibrio en los presupuestos para cultura para todas las comunidades. Sin partidismos políticos… para que ello fuese eficaz, las asambleas de vecinos y asociaciones tendrían la función activa y permanente en la toma de decisiones.
Y por último extendería ese dialogo cultural a nivel internacional desde el autorrespeto… por ser España un país de compleja diversidad cultural.
David Heras Verde . Artista (http://www.davidheras.com)
En una situación como la que vivimos de virulenta crisis económica, donde se confunden gastos e inversiones y donde se pretende eliminar los primeros y optimizar los segundos lo primero que debiéramos de hacer es entender y comprender que las políticas culturales son inversión y no un gasto y que por lo tanto generan retorno, siendo entonces necesario optimizar o hacer más eficientes las inversiones, pero nunca reducirlas o eliminarlas. Habría que tomar medidas cortoplacistas, que solucionen momentos como el actual y largoplacistas, que asienten los cimientos y las políticas culturales.
Por otro lado se debiera fomentar la participación de la empresa privada en la regeneración cultural, ya que son partícipes del retorno de la inversión en cultura.
Otro camino es activar la participación social en la cultura desde todos los ámbitos, haciendo de la sociedad no solo mero espectador, sino también creador, organizador, administrador de la cultura.
Además el sector público tiene que seguir invirtiendo en políticas culturales de manera transversal al sector privado tanto o más que como lo venía haciendo.
Por último los agentes culturales deben plantearse que es un momento excepcional para la regeneración, para la innovación y para el replanteamiento general.
Como medidas concretas que afectan a todos los agentes culturales diría por ejemplo:
– Aumentos de beneficios fiscales para inversores.
– Reducción IVA o creación de una IVA especial.
– Ayudas a la creación.
– Cesión de espacios expositivos tanto privados como públicos.
– Aumentar la inversión en la marca cultural española.
– Creación de un comité de expertos que auditen la situación periódicamente.
Son solo algunas ideas, realmente lo importante es creer en la cultura como dinamizador socioeconómico.
José Luis Serzo. Artista plástico (www.joseluisserzo.com)
Evidentemente la crisis ha pegado fuerte en todos los sectores, y la cultura (el arte sobre todo), que de algún modo en este país siempre se ha declarado en crisis permanente, ha sido de las primeras afectadas. Y es que la declaración de la consejera de cultura de Valencia Trinidad Miró:- “Primero el pan y luego el chorizo”, justificando el recorte presupuestario para el IVAM, en vísperas del la entrante feria ARCO (del año 2008 creo recordar) podría resumir parte del patético estado actual de la cultura nacional.
La cultura en esta legislatura viene a ser la misma que en la anterior, no nos engañemos, esto es: un barniz prescindible, no una estructura esencial. La cultura en España, en la mayor parte de los casos, no deja de ser un producto mercantil que otorga cierto glamour con ciertas ventajas para limpiar dinero, cuando podría ser un verdadero patrimonio (muy activo de hecho) social y espiritual. La cultura debería considerarse desde las altas esferas de la política como lo que verdaderamente es: un valioso dispositivo para configurar los recovecos del alma, individual y colectiva. La historia se lee a través de la cultura, no lo olvidemos, y eso es algo que parece han olvidado la mayor parte de los políticos de los últimos años. Estamos en una crisis de valores, no económica. Una crisis del materialismo más despiadado y del pensamiento más fragmentado. El arte contemporáneo también ha reflejado esta parte de la sociedad actual y por eso mismo muchas veces ha mostrado lo que la sociedad no quiere ver de sí misma. Por eso mismo el arte también está en crisis, y los responsables podríamos ser la mayor parte de los creadores y gestores, sumidos en recrear las claves de un paradigma enfermo. Toda la sociedad en general, de modo directo o indirecto es responsable de lo sucedido. Estamos en un tiempo de reflexión profunda y necesaria, es la hora de resetear el programa y replantearnos conscientemente el principio y el fin de nuestra labor como seres sociales y espirituales.
Le pediré pues al nuevo gobierno que tome conciencia de que la cultura tiene la capacidad de constituir el verdadero nivel del individuo y por ende de toda una sociedad. Si la economía no tiene una base (ética – cultural), está destinada al fracaso y a la autodestrucción, el ejemplo lo tenemos en la actual crisis. Era algo previsible. Y esperemos que los motivos para salir de ella no sean para volver al antiguo paradigma donde todo se solucionaba “a golpe de talonario”. La cultura y la educación no han de perder unos valores éticos que unen a las personas en armonía; aboguemos por una cultura universal, donde la diversidad sea en pro de la riqueza espiritual y a ser posible en armonía con el entorno; aboguemos por una educación consciente, de respeto, en pro de la convivencia. Trabajemos a favor de un sistema educativo y cultural que ayude al individuo a ser consciente y responsable, plantemos las semillas para que cada individuo tenga un criterio propio y la libertad plena de configurarse a sí mismo.
Julio Ulaga. Fotógrafo (http://www.ulanga.net/)
La única medida que se puede tomar es salir de este país, ni mejoras, ni debates…Nada vale la pena ya.
Emilio Ruiz Mateo. Periodista y gestor cultural (http://www.linkedin.com/pub/emilio-ruiz-mateo/13/9a/998)
Empezaría por diferenciar dos conceptos que a menudo creo que se confunden: el dinero bien usado en políticas culturales es siempre una inversión, no un gasto. Partiendo de ahí, juguemos (triste juego) a imaginar un escenario en el que la partida destinada a cultura sea mínima, minúscula, casi anecdótica… Si estuviese en mi mano, “si yo fuera presidente”, como decía aquel viejo programa de la televisión ochentera, invertiría ese dinero en educación, porque esa es la pista de salida hacia lo demás. El interés que yo pueda sentir hoy por un nuevo artista, un viejo libro o una aplicación para móvil que me ayude a entender un museo nació de algo que algún día escuché en un aula, o leí en una revista que robé a mi padre, o escuché en una conversación entre dos personas mayores que jugaban con ventaja, porque habían recibido más formación que yo. Subvenciones, ayudas o grandes espectáculos culturales suponen muy poca cosa frente a una sociedad bien educada. En ella confío yo. O, más bien, confiaría.
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