La fotografía empieza a tener un lugar destacado en el país azteca durante el el Porfiriato, el período de dominio de Porfirio Díaz (1876-1910). Durante esos años distintos fotógrafos extranjeros como Abel Briquet, Charles B. Walte, W. Scott y William Henry Jackson mostraron la construcción de puertos y el Ferrocarril Nacional, así como las zonas geográficas y haciendas más distantes del país.
La visión folclorizada de los indígenas durante el Porfiriato tendrá entre sus mejores representantes la figura de Ybañez y Sora. Este género, basado en la idealización y descontextualización de los personajes, tuvo gran aceptación en el extranjero.
Palacio Municipal de Cárdenas en1904 (a ambos lados se contemplan los portales). Gráfica del fotógrafo Elias Ibañez y Sora (Archivo Fotográfico del Estado de Tabasco).
Así mismo, hay que destacar la fotografía de temas arquitectónicos realizada por Guillermo Kahlo y de paisajes – de aspecto bucólico, pero de gran calidad- por parte de Hugo Brehme.
«Hombre con un burro, Popocatépetl, Volcán al fondo», de Hugo Brehme.
Sin embargo, el género más cultivado siguió siendo en esta época el retrato comercial, realizado por prestigiosos gabinetes fotográficos como los de Antíoco Cruces y Luis Campa, los hermanos Valleto, Celestino Álvarez, Octaviano de la Mora, Pedro González, y, en especial, Romualdo García, de Guanajuato, que hizo pasar por su estudio desde ricos terratenientes hasta mineros, campesinos y obreros.
Imagen sin título de Romualdo García.
El movimiento armado de 1910 también se verá reflejado en la obra de importantes fotógrafos de estudio, fotoperiodistas y demás aventureros bien pertrechados de una cámara. El archivo de Agustín Víctor Casasola reúne magníficos materiales de esa convulsa época, ejemplarizada por imágenes de aguerridos y atractivos revolucionarios, bravas “adelitas” y apuestos “juanes”. Esta transformación estética verá sus mejores frutos en los años veinte, con la llegada de dos fotógrafos extranjeros: el estadounidense Edward Weston y la italiana Tina Modotti, su acompañante. Ambos llegaron al país con una concepción de la fotografía completamente vanguardista, con un sentido estético de la práctica fotográfica completamente independiente del arte pictórico.
Tina Modotti, «Estadio».
«Frida Kahlo en el estudio» (1932), fotografía de Manuel Álvarez Bravo
La práctica de estos dos fotógrafos generará la aparición de reconocidos fotoartistas nacionales como Manuel Álvarez Bravo y Lola Álvarez Bravo. Estas dos grandes figuras convivirán con el auge en los años treinta y cuarenta del fotoperiodismo mexicano, consecuencia del enorme éxito de las revistas ilustradas. En estas imágenes se conjugará un gran sentido estético –basado en composiciones, ángulos de toma y otros elementos estéticos de gran novedad- con una gran capacidad para capturar con sentido crítico y humor la realidad social y cultural de la época. Entre estos fotógrafos, destacan nombres como los de la familia Casasola, Enrique Díaz Reyna, Enrique Delgado, Luis Zendejas y Manuel García.
Nacho López, fotografía perteneciente a la serie «La Venus se fue de juerga». © Sucesores de Nacho López
Sin embargo, en la década de los cincuenta este fotoperiodismo se hará más rígido y oficialista. No será hasta la aparición de Nacho López y Héctor García que el fotoperiodismo mexicano recupere su vigor como vehículo de crítica social. Sus mayores frutos se mostrarán con motivo del movimiento estudiantil de 1968.
Héctor García. «Manifestantes y tanquetas en el zócalo». 1968. © Héctor García.
Este renovado vigor de la fotografía mexicana, fruto de una gran fusión de estilos y con un gran matiz latinoamericanizado y gran capacidad de denuncia social cristalizará en la instauración del Consejo Mexicano de Fotografía, los Coloquios latinoamericanos de fotografía, cuya primera edición data de 1978, y la Bienal de Fotografía (creada en1980). La búsqueda de un equilibrio entre la experimentación formal y un fuerte contenido temático tendrá como mayores ejemplos las obras de autores como Mariana Yamplsky, Graciela Iturbide, Pedro Meyer y Gerardo Suter.
Graciela Iturbide, «Salón de Belleza», Ciudad de México, 1996. © Graciela Iturbide
En la actualidad, el Centro de la Imagen es la institución oficial que ejerce de eje organizador de la práctica fotográfica en el país azteca a través de la organización de eventos, cursos, conferencias, publicaciones y la promoción de bienales de fotografía y, desde 1994, de fotoperiodismo. También es la promotora del prestigioso festival Fotoseptiembre.
Entre los autores de estos últimos años, caracterizados por las posibilidades casi ilimitadas de los fotógrafos gracias al desarrollo de la fotografía digital y las nuevas tecnologías, destaca la obra de autores como Javier Orozco y Martirene Alcántara, capaces de reflejara a través de su mirada un gran mundo interior sin descuidar la plasmación, desde la tecnología o la utilización de ángulos y perspectivas heterodoxos, de un rico y a veces desconcertante mundo exterior.
Martirene Alcántara, de la serie «Caracteres». © Martirene Alcántara
No hay comentarios todavía. ¿Quieres ser el primero en decir algo?