Música popular y folklórica
Antes de la Conquista, los indígenas usaban casi como único instrumento el arco percutor, también las ocarinas y flautas, raspadores de hueso o madera y cascabeles o silbatos con los que marcaban el ritmo.
Silbato doble azteca. Cortesía de BBC Mundo
Flauta azteca con forma de calavera. Cortesía de BBC Mundo
La música tenía mucho ritmo y creaba más «ambiente o atmósferas» que melodías. Con la llegada de los españoles se aprendió la música de Europa y ciertos géneros asociados con el culto católico, como el son de Concheros.
El mariachi, mundialmente conocido, fue originalmente un conjunto folclórico e indígena, cuya indumentaria se diferenciaba sustancialmente de la vestimenta del hacendado rico, el charro. Fueron originarios del estado de Jalisco y desde allí se desplazaron hasta la Ciudad de México, y desde entonces hasta ahora siguen vigentes, transformándose constantemente sin perder nunca su identidad.
Conjunto de mariachis en el XIII Encuentro Internacional del Mariachi y la Charrería, Guadalajara, México, 2006. Autor: Gerardo Gonzalez. Licencia Creative Commons Atribución 2.0 Genérica.
Hoy la música ranchera acompañada por los mariachis sigue teniendo importantes intérpretes y compositores, y son populares y admirados en todo el mundo.
En el “son”, se mezclan influencias españolas, africanas e indígenas y en algunos casos hasta asiáticas. Hay son Jarocho, son Huasteco y otros que recibieron influencias andinas y caribeñas.
El «jarabe» es la sucesión continua de sones y danzas. De todos los jarabes quizá el más conocido internacionalmente fue el jarabe tapatío, originario de Jalisco y ejecutado por el conjunto mariachi.
Música clásica
Con posterioridad a la Revolución, nace una corriente de compositores nacionalistas que crearon sus composiciones con la base de temas musicales folclóricos y populares. Podemos citar a Candelario Huízar, que produjo obras de marcado carácter mexicano, y a Carlos Chávez, creador de la Orquesta Sinfónica de Silvestre Revueltas, quizá el compositor de más talento de su generación (1899-1940).
En la segunda mitad del siglo XX, México acoge a varios compositores extranjeros como Rodolfo Halffter, de origen español, Conlon Nancarrow, de origen estadounidense, y Gerhart Muench, de origen alemán.
Pero Julio Estrada, hijo de inmigrantes españoles venidos a México a raíz de la Guerra Civil Española, logra introducir su obra con mayor evidencia en el ámbito de la vanguardia internacional. También ejerce de profesor e investigador a tiempo completo en la Escuela Nacional de Música de la UNAM (Coyoacán, DF) y en el Instituto de Investigaciones Estéticas, de la misma universidad. Entre sus obras sobresale la ópera “Los murmullos del páramo”, basada en la novela «Pedro Páramo» de Juan Rulfo
Julio Estrada. Imagen cortesía de Instrumenta Oaxaca.
Entre los compositores activos mexicanos, podemos mencionar también a Javier Torres Maldonado, profesor titular de composición y nuevas tecnologías en el Conservatorio G. Verdi de Milán; y a Carlos Sánchez Gutiérrez, actualmente catedrático de composición en la Eastman School of Music de Nueva York. También a Armando Luna Ponce, María Granillo (1962) y Georgina Derbez. Entre los compositores de última generación se encuentran Leticia Cuen, residente en París desde el 2000 y alumna de Julio Estrada, Mauricio Rodríguez y Juan Cristóbal Cerrillo entre otros.
En el campo de la música producida con medios tecnológicos podemos citar a Antonio Russek (1954), Roberto Morales Manzanares (1958) y los más recientes Israel Martínez, Andrés Solís, Rogelio Sosa y Sergio Luque.
Ópera
En la primera mitad del siglo XX sobresalen en la creación operística mexicana los nombres de Julián Carrillo, Antonio Gomezanda y Sofía Cansino de Cuevas. A finales del siglo XX hay un interés creciente por escribir ópera, no solamente en México sino que es un fenómeno que se está dando en toda Latinoamérica. Entre los que sobresalen de principios del siglo XXI, hay que destacar los nombres de Víctor Rasgado, Julio Estrada, Juan Trigos y Víctor Mendoza, entre otros.
Entre los principales premios y becas recibidos por autores mexicanos, hay que destacar la beca Guggenheim que recibió Mario Lavista (1943) por su ópera “Aura”. Por su parte, Víctor Rasgado (1956) resultó ganador del concurso Internacional de la ópera Spoleto con su ópera “Anacleto Morones” (1991).
Mario Lavista. Imagen cortesía del Archivo UNAM México. Fotografía de José Carlo González
Cartel del montaje de «Aura», de Mario Lavista, dirigido por Enrique Diemecke para la Orquesta del Teatro de Bellas Artes. Cortesía del Teatro de Bellas Artes, México.
Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS)
En este Centro, radicado en Morelia, capital del estado de Michoacán, se lleva a cabo la investigación de los nuevos rumbos de la música contemporánea y es un espacio para la educación especializada y la producción de obra de los compositores mexicanos y de extranjeros que ocupen residencias e intercambio.
Su gran actividad se puede dividir en:
Actividades de Formación Académica
Actividades para la promoción de la Música y de las Artes Sonoras
Actividades para el Fomento de la Creación
Actividades de Investigación
Actividades de Producción
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