Por Amaya Lacarra.
Dentro del contexto artístico cubano, donde la tendencia imperante apunta casi siempre a retratar el rostro negro y su interacción en sociedad, aparece Glauber Ballestero tomando como punto de partida para la creación de su obra la raza blanca.
El blanco funciona como elemento fundamental al querer entender su obra. “Construyo una especie de República, un espacio donde hay himno y hay bandera, un espacio totalmente blanco”, afirma el artista. A través de su particular concepción de la raza blanca y de su técnica, en la que utiliza la cera para conseguir la tonalidad blanquecina característica de su trabajo final, el artista considera que parte de lo más puro y virtuoso para desarrollar su trabajo, y dar de nuevo con ese mismo clímax de purificación, su obra «blanca».
Imágenes propias o tomadas del cine o de Internet funcionan como la primera piel de sus series, todas ellas con un nombre propio acompañado por el título «Appaloosa», nombre utilizado por el artista para representar el significado de blanco. Series que Ballestero lleva realizando desde 2007, constituidas siempre por ocho fotografías, y que forman todas ellas parte de un único concepto, el de purificación. Las imágenes tomadas se recubren de cera, y fotografiando esa unión, se obtiene el resultado final. «Una última piel que nos sigue acercando a la verdadera identidad, a descubrir lo inmaculado de nosotros mismos», afirma. La plenitud de un personaje, de un paisaje, o de uno mismo, reconocida a través de todo el atrezo utilizado por el artista en su búsqueda de lo puro.
No obstante, no podemos olvidar que la metáfora de sus fotografías radica en un discurso racial, un debate que se está ahora abriendo en torno a su obra. Entendido el contexto donde Glauber Ballestero se mueve (cierta veneración por la raza negra y lo que le acompaña en la historia de Cuba), la queja ante un trabajo cuyo epicentro es lo blanco es ineludible. El artista cubano reconoce su intención de diferenciarse del resto, pero también afirma que su obra está lejos de haberse forjado en la idea de conflicto de razas.
En Madrid, y hasta el próximo 31 de julio, se puede visitar en Raymaluz Art Gallery otra de sus series dentro de este mismo concepto, las ocho fotografías que componen «Simados Vitali – Appaloosa».
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