Fotografía cortesía de Fernando Espinosa de los Monteros.

Mar Sierra Martínez

¿Qué sería de su historia personal si no conociera a sus padres, a sus abuelos, a sus amigos…? La crisis está siendo devastadora para la historia compartida. En materia de patrimonio la Administración especula, la legislación desprotege, la población agacha la mirada y el olvido, como aquella Nada que arrasaba Fantasía en La Historia Interminable destruye nuestro pasado.

Fernando Espinosa de los Monteros es arquitecto, miembro del ICOMOS, presidente de AEPPAS20 y una de las voces con más criterio en materia de patrimonio. Nos recibe en su estudio, plagado de libros, en una céntrica calle de Madrid. Desde allí nos advierte sobre nuestro patrimonio que está en alerta máxima: o cambiamos o lo perdemos. La realidad siempre supera la ficción.

Patrimonio español. ¿Tocado y hundido? ¿Qué está pasando?

Nos hemos olvidando de el, está en riesgo e iniciativas como la nueva Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid son una barbaridad. La legislación está hecha de tal manera que lejos de proteger desprotege. Tenemos alzhéimer, lo cual es terrible.

Cuando hablamos de patrimonio más joven, ¿la amenaza es mayor?

El patrimonio del siglo XX está en riesgo permanente. No está valorado y todavía no se ha entendido. Esto hace que no se identifique y mucho menos se inventaríe. La consecuencia directa es que nos permitimos tratarlo mal e incluso tirarlo, como ocurrió con el edificio de La Pagoda de Fisac.

En materia de patrimonio, ¿los daños son irreparables?

Pasa como con la muerte, que no tiene solución. Si tiras un edificio, aunque lo reconstruyas, nunca volverá a ser el mismo. El patrimonio que muere desaparece.

Patrimonio herido, pero ¿quién dispara?

El patrimonio es una cuestión de todos. El tema afecta a instituciones, organizaciones y personas. Lo hemos construido juntos de generación en generación y es una necesidad de todos el preservarlo. No hay mayor desprecio que el olvido. Un pueblo que olvida su pasado deja de lado sus raíces y por ende su historia. Tenemos que evitarlo.

¿Es tan caro proteger el patrimonio?

Es incómodo de gestionar, porque implica protección, pero no es caro. Por ejemplo, una de las cosas que hacen las leyes actuales de nuestro país es eliminar el comité de expertos cuyo papel era evaluar si las distintas intervenciones que se proponen son realmente posibles. A la Administración le molesta que haya comités imparciales cuya única función es generar opinión para preservar el patrimonio.

Pero desde la Administración no paran de decirnos que estas medidas se toman por la situación económica.

En lugares como la Comunidad de Madrid se está aprovechando la crisis económica y de valores para abrir la veda. Se pretende hacer creer que en tiempos de crisis, y con el fin de crear empleo, la entrada de grandes inversores que hagan lo que les dé la gana es algo positivo.

Nosotros planteamos la tesis opuesta. Pensamos que protegiendo el patrimonio y poniéndolo en valor generamos trabajo y evolucionamos. Esto es lo que hacen las sociedades inteligentes. Un patrimonio bien cuidado genera riqueza y permite que los turistas vengan con intención de visitar los lugares. Tenemos que protegerlo y en momentos de crisis económica más que nunca.

Hay organismos dentro de la Administración que se encargan de preservar el patrimonio, como el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE). ¿Por qué permite esta situación?

El IPCE es de las pocas instituciones que trabaja a favor del patrimonio permanentemente y con un criterio claro. El problema es que las administraciones que tiene potestad y que realmente autorizan las intervenciones son los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas y no el IPCE.

Estamos en una época de cambios. Cuando pasea por la Gran Vía y ve todos esos cines convertidos en tiendas de ropa, ¿qué piensa?

Que desaparezcan los cines me produce un enorme dolor porque me encanta el cine. En materia de patrimonio hay que ver cómo se produce esta reconversión de los usos originales en usos distintos. Si la reconversión es respetuosa con el edificio y con el significado cultural del mismo a mí me parece bien. Es una forma de que el edificio siga estando vivo. Creo que este es el camino.

Fotografía cortesía de Fernando Espinosa de los Monteros.

¿Está indignado?

Estoy indignando y preocupado. Indignado con la Administración porque tiene la obligación de preservar y no lo hace. Preocupado porque la sociedad española siempre ha demostrado ser poco sensible a la hora de proteger el patrimonio.

Este maltrato al patrimonio, ¿sólo se da en nuestro país?

Cada país tiene su legislación, es obvio. Las leyes se hacen en base a los criterios de protección e intervención de patrimonio que establecen organismos internacionales como la UNESCO. Es curioso porque en 2011 se firmó el Documento de Madrid en el que se fijan los criterios de intervención en el patrimonio del siglo XX. Este documento, traducido a más de diez idiomas, es referente en más de 50 grandes capitales del mundo pero en Madrid no se aplica.

Podemos concluir entonces que, en materia de patrimonio, ¿el futuro es bastante negro?

No podemos dejarlo pasar, hay que ser corredor de fondo. En España confluye la poca sensibilidad de la gente en general y la negligencia absoluta de la mayoría de las administraciones. Estos dos factores hacen que no se preserve. Si seguimos malgastando el patrimonio nos quedaremos sin él.

Goya tiene una frase preciosa “El tiempo pinta”, pero en España parece que nos olvidamos.