Carlos Jiménez
La mirada penetrante de sus ojos negros anticipa cuánto de irónica y de sarcástica tiene la mirada que ella arroja sobre los graves asuntos que la inquietan y conciernen. Ahora, cuando tantas y tantos artistas de su generación se regodean en la autocomplacencia narcisista y pretenden que los espectadores celebremos sin más sus más disparatadas ocurrencias o la exhibición de los asuntos más triviales de su vida cotidiana, ella se ocupa de asuntos que tienen una importancia ideológica, política o cultural innegable. La performance de la asistenta que le pasa el trapo a una réplica del Monumento a la III Internacional de Tatlin es uno de ellos. El legendario monumento simboliza como pocos el compromiso de la vanguardia constructivista con el nuevo orden soviético y el hecho de que lo limpie una anónima mujer trabajadora, a la que no parece importarle demasiado su significado histórico, indica hasta qué punto los trabajadores de hoy son ajenos a los ideales y propósitos sobre los que en su día se fundó la Unión Soviética. Las esposas policiales firmadas por Cartier sugieren que la pasión por las joyas puede apresarnos tanto como las cadenas y los grilletes. Y la imagen de dos pistolas que se besan evocan la violencia que subyace a las relaciones de pareja y que con tanta frecuencia estalla en los más sangrientos episodios de violencia de género. El marco rococó dorado y redundante que ha puesto a una imagen de la mierda, al igual que la pequeña grúa de juguete que transporta una copia en miniatura de la Gioconda, son parodias que apuntan de lleno al mundo del arte. Y más específicamente a la actual sacralización de las vanguardias históricas, que ha convertido la mierda de Piero Manzoni en una obra sublime y los bigotes que Marcel Duchamp pintó a una copia de la Gioconda en un pesado objeto de culto.
Los performances que ella suele protagonizar eluden el narcisismo e interrogan igualmente cuestiones de evidente trascendencia social. En el vídeo en el que aparece como un busto parlante que mira directamente a la cámara su silenciosa impavidez contrasta reveladoramente con las preguntas típicas de los interrogatorios policiales o empresariales: What is your name?, Which is your nationality, Where do you live?… Y en el video en el que se la ve vestida de rojo blandiendo un gran ramo de rosas rojas, los textos superpuestos a la imagen ponen en solfa la clase de autocomplacencia que se legitima con la adhesión a la divinización del amor romántico: I´am a radiant being filled with light and love, I love and accept my self exactly as I am, I bathe in the inconditional love of my Creator…
En cambio el video en el que Esther va cubriendo su cabeza con billetes de 50 euros, mientras los textos sobreimpresos celebran que el dinero le fluya constantemente, es una oportuna puesta a punto de la leyenda del rey Midas. Su actitud crítica le permite formular un acertijo: si el pez es el señuelo ¿de qué pez es el señuelo?
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Carlos Jiménez es crítico de arte y curador independiente. Profesor de Estética de la Universidad Europea de Madrid. Autor de Extraños en el paraiso y Los rostros de Medusa. Ha realizado estudios sobre la retórica fotográfica. Su blog es http://elartedehusmeardecarlosjimenez.blogspot.com.es/
Esther Achaerandio (Madrid, 1982) es una artista visual que vive y trabaja en Madrid. Ha cursado el Máster en Arte Contemporáneo de la Universidad Europea de Madrid y el Doctorado en Bellas Artes y Categorías de la Modernidad en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Cuenta con diferentes exposiciones tanto individuales como colectivas en España, Francia, Alemania, Bulgaria, Portugal, Rusia, Reino Estados y América Latina.
Imágenes:
10. Out of the Place
Vídeo:
11. Affirmations for Money
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