África Martín-Delgado/Patricia Viñambres Sánchez
3 Proyectos es una exposición realizada por tres comisarias en la Fundación Fiart. La iniciativa surge de un curso de comisariado impartido por Margarita Aizpuru, encargada además de la selección de las propuestas expositivas. Cada proyecto es una propuesta íntima y personal que refleja perfectamente las convicciones y experiencias de cada una de las comisarias. Para desgranar las principales claves de la exposición charlamos con Irene Calvo, Laura Vila y Marisa M.Ruiz Zorrilla.
Irene Calvo
El primero de los proyectos corresponde a Irene Calvo, granadina de nacimiento que en 2007 comenzó su doctorado en Madrid tras licenciarse en Historia del Arte en su ciudad natal. Tras estudiar Gestión Cultural en la Universidad Complutense de Madrid e Interpretación del Patrimonio en la Universitat Oberta de Catalunya, realizar varias prácticas en galerías de arte y obtener una beca de año y medio en la Unidad Técnica de Cultura de la Universidad Complutense, esta granadina de 29 años, sigue formándose académica y laboralmente con el objetivo de progresar en el campo del comisariado de exposiciones.
Su proyecto es una muestra de carácter colectivo y multidisciplinar que trabaja el concepto de vida desde un ángulo social y personal, mostrando el lado menos dulce de este. Con ello se pretende colocar al espectador en una postura incómoda a la vez que esperanzadora. Ella misma nos habla del proyecto, destacando las principales claves para su comprensión.
Tu proyecto se basa en el concepto de vida. ¿Con cuál de las obras expuestas se vincula más tu vida o se acerca más a tu forma de entenderla?
En realidad, todas ellas. En todas las piezas de la exposición hay pequeñas porciones de mi entendimiento de la vida. Para mí la vida es amor, como por ejemplo el amor que nos ofrece la pieza de Por Favor; pero también es encerrarse en uno mismo, como sugiere la obra de Luz Ángela Lizarazo. La vida es plantearse cuestiones sobre la muerte, como pregunta de forma directa Are you dead? y como reflexiona de manera más sutil, pero no menos dura, Pepe Torres. Vida es un reflejo de mi concepción personal de la vida, que he querido contar a través de una selección de obras de diez artistas diferentes.
¿De qué manera surge el proyecto?
Por necesidad. Necesitaba comunicarme y ser escuchada. Necesitaba contar lo que estaba sintiendo, contar cómo a veces he perdido la esperanza y la he vuelto a recuperar gracias, en gran medida, al arte, que ha funcionado como agente catártico frente al sufrimiento constante al que somos sometidos socialmente todos, y en especial mi generación: jóvenes exhaustos debido a la falta de opciones, esperanzas y apoyos y que, a pesar de todo, seguimos luchando por un futuro que se nos presenta incierto. Pero Vida también tiene otros objetivos. No está enfocado para un público en concreto. Cualquier persona puede establecer un diálogo con las obras que le ayude a reconciliarse con sus miedos, sus temores, sus vergüenzas y sus esperanzas. Vida es una reflexión sobre lo que está pasando en nuestro día a día, gestos, actitudes e ideas en las que no reparamos o preferimos no reparar. Además, pienso que el arte es totalmente subjetivo y nos da la oportunidad de ser liberados de la opinión impuesta. Cada obra del proyecto es una invitación a un debate en el que nuestra opinión será válida y verdadera.
¿Con qué tres palabras definirías tu exposición? ¿Qué les dirías a aquellas personas que se acerquen a ver las piezas de la sala?
Definir Vida con el concepto de vida puede ser una redundancia, pero lo cierto es que es el primer y más acertado concepto que se me viene a la cabeza. Sin embargo, Vida creo que habla también de realidad, esperanza e introspección, porque son las tres fases que me gustaría que todo el mundo experimentase al ver las piezas. Para las personas que visiten Vida, solo tengo un mensaje: haced de la exposición algo personal. Desde identificarse con alguna pieza, a amarla, incluso criticarla… Cualquier sentimiento que provoque el montaje en uno mismo es válido, porque eso es lo que me interesa como comisaria: que la gente sienta algo al ver la exposición.
Laura Vila
En la Habitación es el proyecto presentado por Laura Vila, licenciada en Historia del Arte y con un máster en Mercado de Arte y Gestión de Empresas Relacionadas. Ha sido asistente en ferias con Alcora Antigüedades en Feriarte 2012 y André Simoens (Knokke) en ArcoMadrid 2013, y también en el estudio de Daniel Silvo durante Open Studio 2013. También ha sido investigadora en prácticas en el Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento” (IEGPS) de Santiago de Compostela. Ha centrado su interés profesional en la gestión cultural y el comisariado de exposiciones. Recientemente ha co-comisariado la exposición Mañana. Prácticas urgentes del arte actual, en la que participó en la selección de artistas, labores de comunicación y además fue la autora del texto comisarial, Una aproximación a la espera, hoy.
Tener una «habitación propia» es una de las reivindicaciones más célebres del siglo XX y no nos debe extrañar cuando observamos la importancia que todas las personas otorgan a su habitación. La exposición propone cinco formas de acercarse a la habitación, un concepto tan cotidiano como trascendental en nuestras vidas.
¿Cómo definirías tu propia habitación, tu estudio o tu refugio? ¿Qué elementos tiene que tener?
Mi habitación es para mí mucho más que un lugar de uso cotidiano, es a la vez estudio y refugio, donde puedo ser yo misma, donde puedo pensar y sentirme segura. Es un lugar especial, en el que puedo sentirme en intimidad y soledad total, pero a la vez ser consciente de que es un concepto muy universal, que asociamos con la independencia y la libertad. Para mí, la habitación es un concepto muy importante, que va más allá de mi propia habitación, y que alude a ideas como la memoria, lo trascendental, lo extraordinario, lo íntimo o la libertad. Los elementos importantes en una habitación son los que nos hacen sentir cómodos y seguros, no es casualidad que dediquemos tanta atención a decorar y arreglar un lugar que teóricamente solo destinamos a dormir. Sin embargo, mucho más valiosos que los objetos, son los recuerdos y los sentimientos que esta nos evoca.
¿Hasta qué punto el espacio y la ubicación de la Fundación Fiart te ha inspirado en este proyecto?
La Fundación Fiart es una de las claves de que haya decidido desarrollar este proyecto, porque es un lugar que siempre me ha evocado intimidad y soledad, y me ha hecho sentir como si estuviera viendo las obras en una casa, y no en una sala de exposiciones aséptica e impersonal. Es el motivo por el que he buscado que tanto el discurso comisarial como las obras dialogasen con la casa, es decir, que lo que las obras buscan expresar pueda percibirse también en la habitación. Además, para mí también es muy importante el hecho de que lo que proyectamos en nuestra habitación, como nuestros recuerdos y sentimientos, acaba desapareciendo, al igual que el lugar que ahora acoge la Fundación Fiart, ha perdido su antigua función como casa. Estableciendo una relación entre exposición y espacio expositivo.
¿Qué idea general te gustaría que se llevaran los espectadores al ver tu proyecto?
Me gustaría que reflexionasen sobre la habitación en un sentido amplio, como ese lugar de refugio e intimidad, que creo que no es ajeno a la gran mayoría de las personas, pero también sobre sus propias habitaciones. Que sean conscientes de lo extraordinario y especial de las habitaciones, de los recuerdos, sentimientos y vivencias que guardamos en ellas y que al fin y al cabo, pese a ser trascendentales para nosotros, acaban desapareciendo. Que se acerquen a la habitación desde conceptos como lo extraño, lo onírico o lo bello, como propone Soledad Córdoba, que sean conscientes de lo fugaz de la existencia humana, como nos muestra Amaya Hernández, que miremos en nosotros mismos para buscar lo transcendental, como nos invita Ignacio Llamas, que seamos conscientes de los recuerdos y experiencia vital a través de los que Antía Moure nos permite atisbar, y cómo todo en el fondo es tan cotidiano que puede evocarnos los sentimientos más extraordinarios, como nos demuestra Teresa Moro. En definitiva, que piensen y reflexionen sobre la habitación, y descubran todo lo que hay más allá del uso cotidiano de su propia habitación.
Marisa M. Ruiz-Zorrilla
Esta artista multidisciplinar madrileña, licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, profundiza en el estudio del Arte y del Psicoanálisis impregnando con todo ello su creación plástica. Trabaja en la investigación de nuevas formas de expresar sus reflexiones mediante representaciones plásticas que provienen de la hibridación de campos y técnicas utilizados. Dentro de esa categoría general, está desarrollando lo que ella llama postfotografía matérica, que en este momento ya está evolucionando hacia otro concepto más amplio. Para ella «el proceso creativo de la artista comienza con la magia de captar el instante, el momento estético único, filtrarlo a través de su subjetividad y elaborarlo con diversas técnicas que fusionan hasta la disolución de sus límites dando como resultado una obra en ocasiones difícilmente clasificable».
En Transiciones Marisa M. Ruiz introduce una reflexión sobre la perplejidad humana actual ante la frágil frontera entre identidades, culturas, pintura y fotografía, realidad e irrealidad. En una sociedad en la que el hombre se desconstruye y construye continuamente -proceso fomentado en parte por las nuevas tecnologías-, la artista ha querido materializar estas transiciones tanto en concepto como en la fusión de los distintos medios de expresión utilizados.
¿Cuál es el origen de Transiciones? ¿Dónde nace la idea?
Es difícil para mí determinarlo con exactitud, desconfío de un pasado que permanentemente cambia en función de los nuevos acontecimientos. Pero podría situar el origen hace unos años en Nueva York, en concreto una noche en Times Square. Una Babel de imágenes donde sentí la fugacidad de múltiples personas de diferentes etnias, iluminadas por neones que cambiaban constantemente, caminando velozmente en busca de sus vidas pero sin querer atender lo que pasaba a su alrededor. Lo efímero de la situación me llevó a tomar infinidad de fotos, como si quisiera retener algo imposible. Esto fue el origen de la obra Declive de la civilización occidental y germen de la reflexión posterior para Transiciones. Años atrás había expuesto en una galería cercana a esta plaza pero no había percibido aquella sensación. Comprendí luego que estaba impresionada no tanto por el exterior, sino por el efecto de la invasiva actualidad en mi interior.
Las nuevas tecnologías están muy presentes en este proyecto. ¿Hasta dónde crees que han influido y pueden influir en el arte?
Las nuevas tecnologías han contribuido a cambiar el concepto del Arte, que ha dejado de ser algo estático y objetivable. Favorecen el eclecticismo y la deconstrucción transmitiendo una verdad efímera y cuestionable. Todo ello son características inherentes a la posmodernidad.
¿Por qué el individuo cambiante cobra tanto sentido en la exposición?
Porque estamos en el siglo XXI, un siglo marcado por las transiciones, las neorrealidades y neoidentidades. El individuo ha dejado de ser una realidad concreta y cruza fronteras hasta hace poco impensables. Se construye y deconstruye a voluntad configurando un cuerpo que podría llamarse posthumano.
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