En noviembre de 2012 abría sus puertas la galería Paula Alonso en la madrileña calle Lope de Vega. Desde entonces, una cuidada programación, varios premios y su participación en diversas ferias nacionales e internacionales, comenzaron a definir una de las propuestas más interesantes del panorama expositivo de la capital. Después de tres años de intenso trabajo, Paula Alonso nos cuenta en exclusiva las razones de su inesperada decisión de poner punto y final a su proyecto como galerista.
Paula Alonso nació con la intención de posicionarse con fuerza en el circuito de galerías madrileñas. Supongo que echar el cierre ha sido una decisión compleja y muy meditada.
Por supuesto. Cuando pones todas tus energías en un proyecto, involucras a artistas en los que crees firmemente y haces un enorme esfuerzo económico para que todo vaya por los cauces adecuados, esperas que los resultados sean proporcionales al trabajo invertido. Sin embargo, todo se puede resumir a un hecho incuestionable: después de varios años, los números no cuadran y me planteo si el formato de galería tradicional era realmente el más adecuado.
Sin embargo, no ha sido esta su primera experiencia como galerista. Conocía parte de las claves y dificultades de este trabajo a través de Arteinversión.
Arteinversión lleva funcionando más de quince años como galería y consultora de arte en Boadilla del Monte. Se trata de un modelo centrado en el asesoramiento y venta a través de internet de obra gráfica original, pintura y fotografía de arte contemporáneo nacional e internacional. Galería Paula Alonso incorpora toda esta experiencia profesional pero nace prácticamente de cero con un espacio físico en el centro de Madrid, una programación expositiva claramente definida y la continua presencia en ferias como Justmad, Summa, Estampa, ArteSantander, ForoSur, Pinta London o Zona Maco, así como la participación en eventos y festivales como A 3 bandas o PHE.
Es decir, galería Paula Alonso plantea una estrategia destinada a tener una progresiva relevancia dentro y fuera de nuestro país. ¿Qué es lo que no ha acabado de funcionar?
Con galería Paula Alonso hemos buscado un espacio de contacto directo entre el artista y el cliente. También un ámbito donde nuestros creadores pudieran desplegar en toda su complejidad sus respectivos proyectos artísticos. El problema nace cuando el esfuerzo no se traduce en una respuesta por parte del coleccionismo, ya sea privado o institucional. Al final, las transacciones se realizan en su mayoría en las ferias, es decir, fuera de ese espacio físico central que es, por otro lado, lo que te permite acudir a las principales ferias. Pero además, los gastos elevados que generan la participación en ferias no garantizan siempre un retorno económico sostenible. Es una pescadilla que se muerde la cola, una dinámica que hace que la inversión siempre se tenga que duplicar. Es ahí donde los números, como decía antes, no cuadran. Y si a todo esto le sumamos otras problemáticas esenciales como el IVA o la Ley de Mecenazgo, el panorama no puede ser menos halagüeño para los galeristas y los artistas.
¿Cuál sería entonces el modelo más adecuado hacia donde debe evolucionar el concepto de galería?
No creo que actualmente ningún galerista esté en condiciones de plantear un modelo que sea plenamente adecuado. De hecho, los galeristas en España no hemos sido capaces de establecer una estrategia colectiva que muestre con nitidez nuestra problemática, que desde luego va más allá de trabas puntuales como la ausencia de subvenciones para ir a ferias internacionales y debe centrarse, para empezar, en un nuevo sistema de relaciones entre los propios profesionales.
Veo a través de sus palabras cierto desencanto derivado de sus relaciones con profesionales del mismo sector.
He hecho grandes amigos y también me he llevado decepciones, como en cualquier ámbito de la vida. Pero sí he percibido como un problema esencial la falta de diálogo, colaboración e interés entre las distintas galerías. Insisto en esa idea de ausencia de una voz común que supere los intereses individuales y que nos muestre como un colectivo sobre el cual pivotan unos conflictos comunes muy concretos.
Uno de esos conflictos comunes, no sé si estará de acuerdo conmigo, es que el público no visita las galerías con la asiduidad que lo hace en otro tipo de eventos culturales
No existe ese hábito y creo que hay un problema de base: la distancia del espectador actual con el arte de su tiempo. Los galeristas podemos incorporar estrategias de aproximación e incluso de divulgación, superar una dimensión estrictamente mercantil, pero es necesario integrar esta posibilidad en un planteamiento global institucional que, de momento, no existe. Es cierto que no es tarea de la galería subsanar la distancia del público con el arte contemporáneo pero, puesto que trabajamos con un producto hacia el que la mayoría no ha desarrollado una sensibilidad, tendremos al menos que apoyar estrategias que refuercen su promoción. Desde la galería Paula Alonso hemos desarrollado visitas guiadas, charlas, conversaciones, performances, presentaciones, etc., como complemento a la mayoría de nuestras exposiciones.
Pero, al fin al cabo, el objetivo esencial no es el público aficionado sino el coleccionista
Todo está imbricado: el público aficionado puede ser un coleccionista potencial. Seguimos mirando con cierta nostalgia a un tipo de coleccionista anterior a la crisis que ya no compra, que ya no está activo como tal, en vez de colaborar entre todos en la sensibilización de una nueva generación de coleccionistas.
¿El cierre de galería Paula Alonso es realmente un punto final o una parada temporal para coger más impulso?
De momento, quiero terminar el programa expositivo que tengo previsto hasta fin de año. Acabamos de inaugurar una individual de María García Ibáñez y el 5 de noviembre se abre la exposición de David Morago. Después, cierro la galería pero no me desvinculo, ni mucho menos, del mundo del arte. Llevo muchos años adquiriendo obras de artistas actuales y apoyando económicamente proyectos de creadores que me interesan. Voy a seguir haciéndolo. Además, Arteinversión sigue adelante e incorpora una nueva dimensión como intermediador cultural con un servicio de gestión, diseño y comunicación de proyectos expositivos. Es, por tanto, un punto y aparte para seguir trabajando por caminos más eficaces y sostenibles.
Por Alma Ramas
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