«Mapa de gratitudes: Sí, me gusta :)», por Dolores Reig

Por Dolores Reig.

Sí, aunque no lo parezca también ocurren muchas cosas buenas en este mundo de sonora crisis. Alguien encuentra un trabajo fantástico en algún lugar del mundo, otra persona conoce al amor de su vida, una tercera manifiesta al entrar el año que es feliz…

No parece mala idea compartirlo, aplicar la idea de «crowdsourcing» y crear un mapa de gratitudes mundial en el que compartir ese tipo de detalles. Sobretodo porque nos hace sentir mejor.

Mapa de gratitudes Dolores Reig

La ciencia del bienestar

Recuerdo a Seligman  en este punto como uno de los psicólogos que más ha aportado al estudio de la felicidad (dejo enlace al final a un artículo en el que tratábamos el tema), de las emociones positivas.

La gratitud, como diría  Robert Emmons, de la Universidad de California, es una afirmación de las cosas buenas en el mundo. Su trabajo demuestra que siendo agradecidos no solamente nos sentiremos mejor sino que además podemos entrenarnos para ello. Un estudio en 2003 en el «Journal of Personality and Social Psychology» lo demostraba: aquellos que registran las cosas agradables de la vida parecen sentirse mejor, dormir mejor, ser más optimistas y sentirse más conectados a los demás que aquellos que viven entre quejas.

En general son muchos los estudios que relacionan la práctica habitual de la gratitud no solamente con menores sentimientos de soledad y con emociones positivas en general sino incluso con beneficios físicos, como un sistema inmune reforzado, entre otros muchos.

Es importante, además, compartirlo, como nos recuerda la investigación de Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California: cuando escribimos cartas expresando gratitud (en lenguaje actual cuando escribimos en ese sentido en el perfil en redes sociales de alguien), experimentamos más salud mental que si nos quedamos para nosotros/as esa opinión.

En fin… el del «World Gratitude Map» es un proyecto relativamente pequeño pero que creo que abre perspectivas interesantes para el estudio del lenguaje en red que me preocupa últimamente. Lo decíamos en algún lugar de «Socionomía», salvo deshonrosas excepciones (sitios innombrables que se caracterizan por su elevada ratio de “insultos por página”), la actual configuración de las redes sociales, con más posibilidades para el refuerzo positivo que para el castigo favorece un “Buenrollismo”, una cultura de la no violencia que no nos viene nada mal.

Veremos en próximas entradas la otra cara de la moneda, cómo de perjudicial es el acoso verbal, que afecta incluso a nivel bioquímico y estructural a nuestros cerebros. Por mucho que lo pienso no veo la necesidad de insultar, despreciar, menospreciar a los demás en un contexto de red que puede magnificar ese tipo de agresiones.

Prefiero vivir premiando, ofreciendo “me gusta” a todo lo que hallo merecedor de ello e ignorando, en todo caso, todo lo que no lo merezca, que liberar mis inseguridades de la peor forma posible: el insulto. No conozco mejor, ni más honesta forma de crecer.

 

 
 
 

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