Por Alma Ramas López.
Solimán López (Burgos, 1981), es un artista que se encuentra a caballo entre lo plástico, lo multimedia, las nuevas tecnologías y la performance. Técnicamente hace uso del software libre para la generación de contenidos y los contrapone con la fisicidad de lo tangible o plástico. Los procesos mecanizados del cuerpo y su contraposición con la máquina son mostrados en piezas como “Human mistakes” o “Identidad”, donde la imagen se captura de manera autónoma para generar importantes registros fotográficos de la acción performativa.
Su acercamiento a las nuevas tecnologías es debido a su discurso cercano a las teorías de la comunicación y sociedad. Binomio sobre el que lleva investigando gran parte de su carrera artística.
Entre sus últimos proyectos cabe destacar su reciente participación en la I Bienal de Arte Emergente de Venezuela, la selección de su trabajo para la Muestra Audiovisual y Live Performance Videolooking o la selección del proyecto “Wanna Be” por el comisariado de TEDx Valladolid para el Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA). Entres sus intervenciones más recientes se encuentra la performance “Follow Us” para la Muestra de Artes Digitales Audiovisuales y Tecnologías Contemporáneas, MADATAC en Centro Cibeles de Madrid o la selección de su trabajo de videoarte para la 5ª edición de FIVAC, Festival Internacional de Videoarte de Camagüey, el más importante en esta disciplina de Cuba.
En la actualidad el artista está explorando un nuevo universo creativo ya adelantado con piezas como “Identidad”, una obra fotográfica de más de 8.800 fotografías tamaño carnet que dialoga sobre el papel del individuo en la era de la imagen digital.
Esta línea de trabajo abierta en el año 2006 es reafirmada en la actualidad con proyectos como “Duo”, una serie de montajes digitales a modo de retratos robots de personajes ficticios, la performance “Follow us” en la cual el usuario interactúa a través de la red social Twitter con el performer en tiempo real o la más reciente publicada obra “SexGames”.
El día 11 de febrero el artista impartirá un taller sobre «Arte Virtual en el entorno urbano» en la sede de la Fundación Fondo Internacional de las Artes, FIArt. En el taller se podrán conocer de primera mano sus trabajos y adquirir conocimientos para el desarrollo de piezas con técnicas como la realidad aumentada, entre otras.
Charlamos con él para conocer su opinión sobre los nuevos caminos en el arte y sobre la relación que las herramientas de comunicación y el paradigma digital actual establecen con los artistas y su obra.
¿A qué se debe esta “digitalización” de tu trabajo?
No tiene un motivo concreto. Es una transmisión directa del día a día, una fusión natural de lo que hoy acontece en nuestro entorno. Mi personalidad es bastante abierta y extrovertida, lo que me permite estar en contacto directo con lo que ocurre. Disfruto de ello aunque en ocasiones los resultados sean una creatividad estresada y estresante (sobretodo para los que me rodean).
Creo que cada vez estamos atravesando más esa barrera entre lo digital y lo analógico y las fuerzas empiezan a equiparse de un modo evidente. Más que darme miedo, intento asumir todos estos cambios y hacerlos míos. La mejor manera de enfrentarse a una realidad es exprimiéndola, viendo sus orígenes, caminos y líneas de fuga. Es aquí donde actualmente me siento más cómodo. Aún así, no prescindo de los elementos plásticos en mi trabajo, lo digital tiene su razón de ser en lo humano, pues es él, el “dador” de vida a esas máquinas que hoy en día están llenando nuestras casas, bolsos y bolsillos. Me interesa esa relación entre lo intangible y lo tangible, ese encuentro entre ambas materias. De aquí provienen la mayoría de piezas en las que actualmente estoy trabajando.
Presentas un taller de «Arte virtual en lo urbano» en la Fundación Fondo Internacional de las Artes (FIArt) de Madrid. ¿En qué consiste?
El taller es fruto de estas investigaciones mencionadas. En los últimos años están surgiendo una multitud de técnicas asociadas con el mundo virtual o virtualizado, técnicas que están siendo usadas por las grandes corporaciones generadoras de software para uso común, pero son plataformas que están bebiendo literalmente de “inventos” generados por las comunidades de emprendedores digitales que existen a lo largo y ancho de este mundo.
Estas corporaciones tienen grandes equipos de trabajo y están conectadas con los grandes avances tecnológicos disponibles. Su maquinaria hace que las tecnologías, bien pensadas y adaptadas al usuario, lleguen muy rápido al cliente final. En esa amalgama de propuestas tecnológicas hay grandes resquicios no sólo técnicos, sino también legislativos, estéticos y conceptuales. Es ese punto el que creo que puede aportar algo al mundo del arte, la sociedad y la creatividad en general.
En concreto el taller pretende explorar las relaciones que existen entre las técnicas digitales de vanguardia y el uso que hacemos de ellas en el espacio público. Por ejemplo el «mapping», como técnica audiovisual adaptada a entornos arquitectónicos, funciona como una segunda piel sobre estos mobiliarios, pero una segunda piel no tatuada sino sobreimpresa y soluble. El hecho artístico tiene su razón de ser en el momento concreto, pudiendo representar mensajes comprometidos y controvertidos en tiempo real y no dejar “huella” de ello. La legislación todavía se pierde en esos parámetros, no tiene disolvente para los mensajes que acontecen de modo inocuo como pensamientos que atraviesan una mente y nunca son pronunciados. Otras técnicas, como la realidad aumentada, abren un camino muy interesante en el arte urbano y el mundo en general.
Es una técnica de superposición de elementos digitales que son visualizados a través de un dispositivo digital sobre la imagen real, generando que la ciudad pase de ser protagonista y actor, a convertirse en escenario de un mundo “aumentado”. En este sentido, las posibilidades son infinitas y para ello la creatividad es la pieza fundamental para hacer un uso llamativo de estas técnica más allá de finalidades comerciales. Este y otros temas son tratados de una manera práctica en el taller, pudiendo evaluar de un modo pragmático todas las posibilidades disponibles bajo lo que podemos llamar como arte virtualizado
A este respecto, ¿ya has creado obras con esta temática y técnica, correcto?
Efectivamente es una temática y técnica que me lleva interesando desde hace varios años. Es como un juego entre lo visible e invisible y para ello, el “mando” de juego llamado dispositivo móvil o Tablet se presenta como herramienta clave para participar. La pieza quizá más representativa de este modo de arte es, «SexGames». En «SexGames» se interrelacionan diferentes formatos artísticos como la fotografía, el video arte, la performance y por supuesto la realidad aumentada.
Así, una colección de 4 fotografías que representan un momento íntimo de la vida de cualquier individuo, son aumentadas mediante softwares gratuitos como Layar o Aurasma para poder visualizar contenidos en realidad aumentada. Estas imágenes despliegan el momento íntimo pero desde un punto de vista también velado, no entendido.
La reflexión final alude al mundo digital en toda su acepción, en tanto y cuanto carente de cuatro aspectos fundamentales de la vida del ser humano: Amor, Identidad, Intimidad y Reglas. Las redes sociales están literalmente desnudándonos ante un sistema descontrolado por contraseñas y perfiles de usuario. Lo que se esconde detrás de todas nuestras pantallas es un «popurrí» de datos personales e intimidades, carentes de amor, carentes de intimidad, carentes de reglas y por supuesto de identidad definida, pues nadie se muestra realmente cómo es en esta maraña social-digital.
No es la única pieza en la que exploras este camino de las relaciones humanas en redes sociales… háblanos de «Social Robots».
«Social Robots» es todavía un proyecto inédito, un proyecto en curso y quizás en el que más he reflexionado a lo largo de mi trayectoria. En él conjugo muchos conceptos ya aceptados en la actualidad y tomados como “normalizados” en nuestro vademécum de acepciones tecnológicas, pero tiene grandes valores conceptuales que creo que nos aluden a todos. Entiendo que el uso de la red social debe ser un uso responsable, o estás dentro o estás fuera. Responsable en el sentido de participación y no voyeurismo.
La decisión es personal, pero el sistema nos obliga a tomar un camino muy claro. Estar dentro, hoy en día, te posibilita estar conectado. El proyecto «Social Robots» no es más que un experimento visual sobre la relación que tiene el individuo con las redes sociales y para ello utilizo sus datos en tiempo real para trabajar con ellos. Estos datos se convierten en el generador de vida a objetos que yo mismo diseño y pongo en juego.
Las imágenes digitales son seres vivos gracias a los impulsos que las redes sociales establecen sobre ellos. Una suerte de autómata que se alimenta de los datos de la red. Tú puedes tener tu propio avatar o “Social Robot” en tu domicilio y puedes verlo evolucionar según lo que ocurre en la red de redes. Las tipologías de la pieza son muchas, desde pantallas de gran formato a net art. La pieza estará visible a mediados de marzo en la red.
Imagen cortesía de Solimán López.
¿Tienes pensado dónde se desarrollará el primer «Social Robots»?
Bueno, en estos momentos mi mente está bastante ocupada en ponerle “cara” a ese primer “hijo digital”. La primera pieza funciona como un autorretrato que debe ser alimentado por esta red de redes colectiva, por lo cual me llevará mucho trabajo de difusión el mantenerlo vivo. Pensar en un espacio físico todavía no lo he hecho, si bien estoy buscando el mejor lugar para hacerlo. Creo que el proyecto puede funcionar como algo viral que genere un interés por el coleccionismo y que la pieza pueda vivir tanto en la red como en casa.
En cualquier caso, estoy abierto a poder presentarlo en diferentes espacios como objeto virtualizado de una filosofía, concepto o evidentemente persona.
Cualquier espacio de arte, domicilio o espacio público es un buen hábitat para el proyecto. La finalidad es generar una librería de individuos con una referencia en el mundo real o totalmente inventados. Las posibilidades son múltiples y eso creo que es lo que realmente hace un proyecto de arte interesante. Tener muchas puertas abiertas y que estas siempre den a un resultado positivo y satisfactorio.
En mi caso, el concepto está muy claro. Virtualizar la vida digital desde una estética hiperrealista y basada en nosotros mismos como individuos e imagen.
¿Qué opinión te merece el rumbo que actualmente está tomando el mundo del arte relacionado con los acontecimiento sociales?
Bueno, creo que el arte siempre ha sido reflejo de lo que ocurre en su entorno inmediato. El artista aunque quiera estar ajeno a su realidad o aislado en un periférico taller, se ve contaminado de manera directa por lo que ocurre a su alrededor. Los tiempo convulsos me gustan. Generan intensidad, opinión y diferencias.
En el mundo del arte los momentos turbulentos siempre han significado rupturas. Evidentemente la coetaneidad no permite una distancia analítica suficiente para valorar lo que está pasando, pero creo que estamos viviendo un auténtico momento de revolución visual. No estamos siendo conscientes porque al ojo humano le encanta la imagen, el movimiento y por supuesto lo bello y esto está haciendo que sin darnos cuentas nos atiborremos de imagen y ni siquiera nos demos cuenta.
Creo que estamos en un momento de hiperactividad visual. Nada que se preste a ser interesante puede estar exento de diseño, formas cuidadas o imágenes impactantes. No hablo de publicidad, hablo de batalla visual. Esta revolución está provocando un efecto rebote como ya ocurriera con otros movimientos de vanguardia y se buscará lo contrario por agotamiento o nausea creativa. Es aquí donde técnicas como la realidad aumentada puede entrar en juego, por ejemplo, ya que permitirá irnos de imágenes muy sencillas a desarrollos muy complejos.
¿Y dónde queda lo tradicional en todo esto?
El concepto tradicional creo que debería ser revisado. ¿Quién impone la tradición? Creo que la tradición no es colectiva sino individual. El individuo genera su propia tradición de comportamientos a lo largo de su vida y en ese sentido, mi tradición artística ha sido siempre la búsqueda de nuevos resultados. Conocer lo tradicional es una herramienta indispensable para desarrollar lo nuevo, así que lo tradicional en la acepción que “tradicionalmente” (valga la redundancia) utilizamos, debe estar presente y aludido en todo lo que hacemos.
Conocer el pasado afianza los cimientos del futuro. Conocer la historia del arte posibilita la obra contemporánea. Yo mismo hago reflexiones de este tipo, como por ejemplo en mi reciente obra programada, “The repainted Word”, donde reviso el trabajo del periodista y escritor estadounidense Tom Wolfe. En concreto, su imprescindible libro para entender el mundo del arte contemporáneo, “The painted Word”, me sirve de base para desarrollar este proyecto, donde transcribo su pieza con una máquina de escribir y tela de lienzo para después escanearla y releerla con programas de lectura OCR (La tecnología OCR proporciona a los sistemas de reproducción por escáner y sistemas de imágenes la habilidad de convertir imágenes de caracteres en letra de máquina, en caracteres capaces de ser interpretados o reconocidos por una computadora. Así, las imágenes de caracteres en letra de máquina son extraídas de un mapa de bits de la imagen reproducida por el escáner). Esta lectura genera errores de interpretación que son el objeto de la obra. Suena tremendamente complejo.
Y hoy en día…¿qué no lo es?
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