Eduardo Lago se trasladó a los Estados Unidos en junio de 1987 debido a su atracción por la ciudad de Nueva York y a un interés vital y artístico: «mi vida entró en una fase de cambio en la que España se me quedaba pequeña, me ahogaba un poco artísticamente y sentía necesidad de ampliar mis horizontes. No venía con la intención de quedarme, pero la energía de esta ciudad me motivó a ello».
Eduardo Lago. Imagen cortesía del CCCB.
Su adaptación pasó por varias fases, una primera de enamoramiento y fascinación por la ciudad, otra de más dificultades y trabajos duros, durante la que consiguió los papeles, y por último la de los éxitos profesionales, como fueron la consecución del título de doctor por la City University of New York y su posterior puesto como docente para la prestigiosa universidad Sarah Lawrence, la publicación de su novela de temática neoyorquina, «Llámame Brooklyn» por la que recibió el premio Nadal en el año 2006 y su nombramiento como director del Instituto Cervantes de Nueva York, una sucesión de eventos que conforman su historia en Nueva York.
Lago, que vivió durante muchos años en Brooklyn y ahora lo hace en Manhattan, considera que existen dos visiones de la ciudad: «hay dos ciudades paralelas: la ciudad de los turistas y la ciudad de los que viven aquí. La ciudad de los turistas nunca se toca con la ciudad de los residentes. Los turistas van subidos en un autobús de dos plantas y atraviesan un segmento pequeño de la ciudad, compran lo que tienen que comprar, van al MoMA, a Abercrombie & Fitch, a comprarse la camiseta de la NBA y se vuelven tan felices a sus casas. Eso no se cruza con la vida diaria de la ciudad, que es absolutamente distinta».
Coney Island es su rincón favorito, al que de vez en cuando todavía acude a dar un paseo por la playa y a visitar los restaurantes y las tiendas rusas, incluso en invierno cuando todo está nevado: «Coney Island es un conglomerado de cosas que constituyen una geografía que me sigue pareciendo mágica».
Lago acaba de firmar el contrato para su tercera novela y afirma que para él lo más importante es la creación literaria: «Lo más puro es la creación porque constituye un misterio íntimo y profundo».
Su trabajo como director del Instituto Cervantes ha sido para él un deber, algo a lo que no se podía negar, «dirigir el Cervantes ha sido una obligación ciudadana, como español comprometido con la cultura y la lengua española, donde he podido aportar mi experiencia, conocimiento de la ciudad y mis relaciones con otras instituciones norteamericanas como con el PEN American Center».
Su actividad docente, a la que volverá en septiembre tras concluir su etapa como director del Instituto Cervantes, también la considera enriquecedora: «soy feliz como profesor porque puedo aportar mi experiencia y leer libros con gente muy joven en su etapa de formación y aprendo muchísimo de ellos».
Su próxima novela es su proyecto más deseado, «es una novela muy compleja en la que aparecerá el tema de las novelas inconclusas, y los escritores fantasmas que escriben libros para personajes famosos, Nueva York y el mundo editorial como telón de fondo. Rejuvenecer ciertas estructuras narrativas es mi proyecto creativo».
Su consejo para los escritores jóvenes que vienen a Nueva York es que sean muy revolucionarios y no se dejen domesticar, que solamente escuchen la voz de su propia imaginación, «venir a Nueva York es como un affaire amoroso, te tiene que gustar».
Eva Mendoza Chandas
Fuente: Spanish Creators in NY
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